domingo, 28 de octubre de 2012

La huida, de Ismael Serrano

Esta mañana la escuché, mientras pedaleaba por el carril bici hacia el norte, luchando contra un frío viento de otoño, tapado hasta las orejas con mi viejo buff rescatado tras el largo verano y acompañado por música bajita al azar. Me volvió a "asaltar la duda de estar vivo" y entonces me lancé en mi propia huida al vacío, pedaleando con todas mis fuerzas, sintiendo la fuerza del viento en contra y notando cómo el corazón se aceleraba a más de 180 pulsaciones.

Los últimos versos de la canción volvieron a emocionarme con su amargo conformismo... "Amor, ¿por qué lloras? ¿Qué es lo que te pasa?... Será que soy feliz."   ...y un nudo amarró mi garganta al tiempo que mis ojos dejaban escapar lágrimas de rabia.

De vuelta a Madrid una vez más, cansado tras la huida por carreteras infinitas, volví a ver emerger las cuatro torres, sobre un horizonte de anémonas de humo y antenas de coral, mientras una ciudad seguía derrumbándose sobre el asfalto...

Una de las canciones que más sentimientos me transmiten, con una letra sencilla pero desgarradora.




Letra:


Ella tiene quince primaveras, pocas mentiras que contar,
dos pendientes de primero y aún no ha visto el mar.
Mientras lo espera sobre la acera, se derrumba el mundo.

Él tiene dieciseis agostos y una nube que robó,
y versos de Extremoduro volando en la habitación.
Mientras la sueña copia un poema que luego hará suyo.

Y como cada tarde, la ciudad se detiene en el instante
en el que él la pasa a recoger.
"¿Qué tal en clase?". "Llegaste tarde". "No me riñas, ven".

Y ella aprieta contra el pecho la carpeta, y en el cielo
anémonas de humo, antenas de coral.
"Si quieres, mi vida, te rapto yo un día y te llevo a ver el mar".

Una tarde como otra cualquiera él la pasará a buscar
con el alma en un pañuelo, con el coche de papá.
"Sube al barco, niña. Ésta es la huida que te prometí".

Ojalá que tengan suerte, tal y como lo soñamos,
y al paraíso les lleva a la Nacional 4.
"Amor, ¿por qué lloras? ¿Qué es lo que te pasa?" "Será que soy feliz".

Y nada más pasar Despeñaperros se les echa encima el sueño
y las ganas de compartir sudores.
"Paro y nos dormimos". Fuera queda el frio con la oscura noche.

Al rato, el coche queda lleno de vahos y de vuelos,
en playas infinitas, carretera sin fin.
Arenas desiertas, mil atardeceres que acaban en ti.

No será la luz del alba lo que los despertará,
ni una gran ola rugiendo, no será el olor a sal:
una pareja de picoletos pegándoles voces.

Como el cristal de los sueños, de camino al cuartelillo.
Se han quebrado un par de vidas entre broncas y gritos.
¿A quién se le ocurre? Se deshace una nube y una ola se rompe.

Y ya de vuelta a la ciudad, donde nunca sabe a sal,
la piel y la lluvia, que a veces te besa,
se van para casa, escuchan aullidos, golpes que no cesan.

Los viejos les prohibieron la salida, el tiempo fue arando sus vidas,
quemando poemas, carretera sin fin.
De vuelta hacia casa mil atardeceres que acaban sin ti.

La ciudad se siguió derrumbando, en la acera mientras tanto
anémonas de humo, antenas de coral.
Él se pierde en la bruma, ella sólo recuerda cuando mira el mar.

Le asalta la duda de estar viva y recuerda alguna huida
cuando aún no sabía mentir.
"Amor, ¿por qué lloras? ¿Qué es lo que te pasa?" "Será que soy feliz".
(Ismael Serrano, 1999)

lunes, 20 de febrero de 2012

El reparto de escaños

Cada vez que hay elecciones volvemos a discutir sobre las maneras más justas de repartir la representación de los diferentes partidos políticos, y siempre ocurre lo mismo. Quienes salen favorecidos por el reparto prefieren callar durante cuatro años, mientras que los que salen perjudicados aparecen unos días en los medios de comunicación, reivindicando la "injusticia" que se ha producido con ellos, pero como tienen poca representación, sus quejas terminan siendo enterradas en las hemerotecas, por el peso de la actualidad.

En este artículo voy a poner de manifiesto la diferencia entre dos formas de repartir la representación política como paradigmas de las dos metodologías contrapuestas. El sistema D'Hont, concebido para favorecer la creación de mayorías absolutas, y por tanto muy perjudicial para los partidos pequeños, y el Cociente Hare, una forma de cálculo más proporcional (y en mi opinión, más justa, no lo voy a ocultar).

Lo veremos con un ejemplo ficticio:

Suponemos que se reparten 21 escaños entre 7 partidos, que reciben votos repartidos de la siguiente forma:

PARTIDO A: 391.000 votos
PARTIDO B: 311.000 votos
PARTIDO C: 184.000 votos
PARTIDO D: 73.000 votos
PARTIDO E: 27.000 votos
PARTIDO F: 12.000 votos
PARTIDO G: 2.000 votos

Total de votos: 1.000.000


Según el sistema D'Hont: se calculan los cocientes de dividir los votos de cada partido por los sucesivos divisores (desde 1 hasta el total de escaños que se reparten), y se toman los cocientes absolutos más altos por comparación entre todas las casillas de la tabla. 



Como es puede apreciar, el partido E se queda muy lejos de obtener representación, ya que su primer cociente es de 27.000

Según el Cociente Hare: se calcula el cociente entre el número de votos emitidos y el número de escaños disponible, lo que nos dará el número de votos necesarios por escaño. Se asignan directamente el número de escaños que corresponda a los partidos que hayan obtenido un número mayor de votos, y los escaños restantes se asignan por el método de resto mayor (o residuo).

En nuestro ejemplo:

Votos por escaño = 1.000.000 / 21 = 47.619



RESULTADO FINAL DE ESCAÑOS (Sistema D'Hont / Cociente Hare)

Partido A (9 / 8)
Partido B (7 / 6)
Partido C (4 / 4)
Partido D (1 / 2)
Partido E (0 / 1)