miércoles, 17 de agosto de 2016

Vivir o no vivir. Desempleo y ataduras


Todos te observan y todos te juzgan. Todos te dicen lo que tienes que hacer. Todos exhiben sus vidas como ejemplo o te cuentan cómo han triunfado otros. A estas alturas de la vida, todos tienen claras las claves del éxito. Si has dedicado media vida a proyectos altruistas que no te "dan de comer" eres un pringado. Si no has aprovechado las oportunidades para medrar en el trabajo o en la vida, arrastrándote miserablemente a la sombra del poder, es que no has sabido coger el tren del éxito.



A tu alrededor, pléyades de funcionarios con "trabajo seguro". Si no supiste elegir en su día es porque fuiste un tonto, o porque la ambición -¿ambición? ¿qué es eso?- te cegó buscando un puesto de trabajo mucho mejor pagado. Con el porvenir tan brillante que tenías cuando terminaste Bachillerato... Te lo recuerdan constantemente mientras disfrutan de sus "merecidas" vacaciones.

Agosto. Calor sofocante. Hace un año que te despidieron y han sido los doce meses más duros de tu vida. Has dedicado tus mejores 20 años a una profesión. Has sido bueno, has tirado del carro mucho tiempo, pero no has sabido adaptarte. Tu especialidad se volvió menos demandada y tu puesto de trabajo se convirtió en una rémora. La empresa tuvo que prescindir de algunas líneas de negocio. Con 46 años no es nada fácil volver a encontrar empleo, pero no has parado de trabajar y estudiar durante todo este año. Te han rechazado en algunas empresas. En la inmensa mayoría ni te contestan. Creen que eres viejo. Podrías mentir o maquillar la realidad, autoengañarte pensando que vales mucho, pero la verdad es esta. Tu autoestima se desploma. Sabes que tienes que solucionarlo por ti mismo y no has tirado la toalla. Sigues trabajando, estudiando, planeando proyectos de "emprendimiento" (vaya palabra más horrorosa), buscando ofertas, actualizando el currículum, preguntando a contactos... pero es muy duro. Y frustrante. A veces, muy frustrante. 

Dedicas veinticuatro horas al día a pensar. Te enteras de posibles ofertas, decides que tienes que aprender otras cosas, pero estudiar te lleva tiempo. No tienes vacaciones. Trabajas, lees, estudias,... No te apetece participar de los actos sociales este verano. Los demás te ven ausente. Te sientes señalado. Ni la familia ni los amigos terminan de entenderlo. Creen que no estás poniendo todo de tu parte. Otros, ni te han llamado en todo este tiempo. Te acuerdas de compañeros a los que ayudaste en su día. Alguno ni siquiera ha respondido a alguna petición de ayuda que le has hecho.  




Platónicamente recitas los versos de aquella canción de Serrat, "Para Vivir":

"Te dejan sus herencias, 
te marcan un sendero, 
te dicen lo que es malo 
y lo que es bueno, pero... 

Ni los vientos son cuatro, 
ni siete los colores, 
y los zarzales crecen 
junto con las flores 

y el sol sólo es el sol si brilla en ti. 
La lluvia sólo lluvia si te moja al caer. 
Cada niño es el tuyo, 
cada hembra, tu mujer. 

Vivir para vivir. 
Sólo vale la pena vivir para vivir. 
Para vivir. 
Sólo vale la pena vivir para vivir. 

Y hacer tuyo el camino, 
que tuyas son las botas. 
Que una sonrisa pueda 
dar a luz tu boca. 

Abrázate a los vientos 
y cabalga los montes. 
que no acabe el paisaje 
con el horizonte. 

Que el sol sólo es el sol si brilla en ti. 
La lluvia sólo la lluvia si te moja al caer. 
Cada niño es el tuyo. 
Cada hembra, tu mujer."



Pero no puedes romper con todo y salir del círculo... Tienes que seguir la rueda e intentar engranar tu vida de nuevo con ella. Es tan difícil "vivir"...