El título de esta entrada tiene un estilo contrario a todos los cánones; representa la negatividad más absoluta. No se debería hablar ni escribir en tono negativo, ni en general de las cosas que se "odian", porque esto sólo genera energía negativa, pero en este caso los pensamientos que vienen a mi cabeza son así... y he decidido liberarme de ellos, que para eso tengo este blog, para soltar lastre.
Como decía, no hay cosa más insoportable en el mundo -para mí- que el ajo. Por no gustarme, no quiero poner ni fotos en esta entrada. No me gusta su olor, ni su sabor, ni su textura, no hay nada más repulsivo que subir al autobús o al metro por la mañana coincidiendo con una persona que ha comido ajo y te echa ese aliento nauseabundo. O que te pidas un entrecotte en el restaurante, y cuando estás haciéndote ilusiones, te planten la carne con un buen montón de ajo por encima. Ante la duda, cuando pido comida al camarero, suelo preguntar si lleva ajo, para no llevarme sorpresas desagradables. Me estoy volviendo cada vez más maniático. ¿Tendré alliumfobia?
Al menos no llego al extremo de Frank Sinatra, cuyo odio por el ajo era tan visceral que entraba a la cocina de cada restaurante italiano que visitaba y comenzaba a hacer la salsa por sí mismo para asegurarse de que no contenía ajo.
Añadirle ajo a un buen trozo de carne o pescado es enmascarar su sabor. Quizá tuvo un sentido cuando los pescados no eran frescos, o para cocinar determinadas carnes demasiado fuertes, como la de choto (cabra), aunque a mí no me gusta ni en esos casos, pero aliñar con ajo una carne o pescado de buena calidad es un atentado gastronómico imperdonable.
No voy a negar, porque no tengo datos científicos que digan lo contrario, las supuestas bondades de este producto vegetal. Siempre se ha dicho que tiene propiedades en la prevención de enfermedades, que tiene alto contenido en diversos minerales, vitaminas, antioxidantes... que mejora la circulación de la sangre, que normaliza la hipertensión, evita la arterioesclerosis, además de tener efectos antibacterianos, expectorantes, germicidas, sedantes... incluso algunos hablan de que previene el cáncer... vamos, poco menos que la panacea universal. Pero si hay algo más importante que los datos objetivos, son los subjetivos, las emociones y las sensaciones que cada uno tiene. Y yo no lo soporto. Lo siento.